lunes, 9 de noviembre de 2009

una noche en quilmes oeste

me estoy siempre yendo y siempre aqui, inerte, con fantasmas que repelen toda luz, todo augurio. aburrido, sin hacer, sobre las calles nuestras y libres, entre las luces azules, el humor del humo y las chicas que van a elsieland, y somos dos boludos acá, sentados, colgados, esperando a que salga una movida de un pedazo, y mientras, hablamos, me cuenta del lobo estepario, que tengo que leer eso, ya! y luego aparece el delivery y él se va y me quedo solo por un rato, allí, la angustia del asfalto de calchaquí me atropella el alma y los jóvenes bajan del bondi que viene de pereyra con conservadora en mano y algun pibito con futbol bajo el brazo, y pasan unas de esas que dan para chiflar, y luego se sienta a mi lado una piba, que ella sí que espera de verdad el bondi, y ahí, sentí la pena de no ser caradura, de no poder decir nada, aunque gustara, como si toda la sociedad, como paredón, me lo impidiera, con bayas, alambres de púa y francotirador a la testa, y luego, veloz, con mi angustia, se fue, paró un 257 y nunca más la ví, aunque fue solo una escencia lo que sentí, me hizo saber que estaba vivo y observé luego un conjunto gris sobre el cemento, al acercarme era un perrito acurrucado sobre afiches despedazados por la lluvia pasada o por la bronca reiterada a villordo o a kristinita, entre el vómito de engrudo sobre las paredes repletas de papeles del bingo anclado hace tiempo y luego, él se dió cuenta de mi presencia y levantó su olfato a mí, nos saludamos, yo palpando su cabeza y él quedándose, feliz. una vieja miraba con desagrado, veía en él sarna y garrapatas, era siempre sucio callejero en ruta, ¡ pero era tan grande! su mirada era mundos mucho más profundos que los míos y su vida se dirigía a horizontes más plenos que los de esa vieja, y con esas caricias era todo, y yo sabía también, igual que él, de ausencias, sólo que el recuerdo hacía que mis noches y días sean infierno y mientras como, cago, pienso y leo, mientras solo ando, el efímero hoy que es el ayer, es tan certero que no puedo aveces remar, aveces seguir adelante y solo ahora estoy en una parada de la espera con perro que se hace mordedor de a poco, como todo ser que vive, quiere más plaser y yo ya no estaba acariciando sus orejas y despues, viene el otro él, el primero, mi amigo y nos vamos con el 25 para otro lado, pero el perrito nos sigue hasta que la puerta se cierra tristemente en mi casa.

1 comentario:

Otro Cuento dijo...

me gustó! la secuencia del perro, me ha pasado parecido, estoy entendiendo tu concepto de descripciones... Después lo hablamos mejor.