martes, 17 de agosto de 2010

el silencio




Con tinta de polvo
Garabateo en el aire,
Le gano, tropezando,
Al silencio,
Su carrera
Por miles de partes,
Con mi oleaje de tinta
Y esa mujer virgen y blanca
Que se deleita,
Con cada roce,
Caricia y se excita,
Con cada beso mío
Y cada pequeñísimo mordisco
La hace erizar hasta el tuétano.
Ella tiene tantos rostros
Y yo solo el mío,
Pero tú siempre eres el mismo
Erigido por seres
De forjado martillo
Que golpean sin cesar
Yunques huérfanos,
Abandonados por ti,
Padre ebrio,
Ídolo de los desheredados
Y de los rostros secos,
De los inseguros
Y los acobardados.
En mi lectura de aire,
Entre las brisas,
Yo te manejo.
No te erijo ningún monumento,
Ya que eres natural
Y cotidiano,
Ya que eres sólo el espacio
Que me queda,
Entre palabra y palabra,
Entre saliva, entre papel y tinta
Entre oxígeno y mirada desinhibida,
Recolectora de lo que ya se encuentra,
Y que el sol
Sólo da brillo y forma,
Y se rehúsa a matar a ningún cuerpo
Aún despierto por su aparición,
Por su calor de eterno
Pensamiento humano geocéntrico,
Del mañana otra vez
Taparte y obrar,
Enterrarte y crear,
Desearte entre el agotamiento,
Abrazarte en los momentos
En que la mente aturde
A los seres no terrenales
Y afuera está todo dominado,
Reinado y gobernado por tu desierto,
De relojes solitarios y mudos,
De siestas hijas y de ciego polvo,
De mordida en el oído adecuado,
Atento al agua de tu sinfonía,
Para abrir tus velas y apagarlas,
Para necesitarlas erguidas
Cuando uno se sumerge en la distancia
De onírico viaje a la otra vida,
Que puede ser tan solo un retazo
De pestañeo centelleante
De despertar sin ganas o súbitamente,
En grandes caídas o por los rayos del sol
De abanicar y ondear
El vaivén de tus compases,
Sinfonía sin eco y sin destello,
Cementerio de palabras y de voces,
Acalambrar de ruidosos movimientos,
Cauterizar de sonidos dispersos
En las noches.
Yo prefiero el humo de mis versos,
Al aire puro de tu aliento,
Aunque al florecer
Sea margarita que se pudre,
Lo prefiero
Antes que a tu rosa sin producto
Y sin espinas,
De rojo color pálido y delicados pétalos,
Que al simple besar,
Se cristaliza.

1 comentario:

Otro Cuento dijo...

Ella tiene tantos rostros
Y yo solo el mío,


caracterizaste sin darte cuenta (creo) una de las grandes diferencias entre hombres y mujeres (charla para ampliar, haceme acordar)