jueves, 30 de septiembre de 2010

Cuelgues:



Leía, filosofaba un poco, en su mente sólo, estaba allí, en su cuarto, y ese Dostoievski pensaba igual que él.
También viajaba en las rutas norteamericanas con Jack Kerouac y unos vagabundos en una camioneta yendo a Denver, y luego salía, a despejar los ojos de realidad altiva, amarillento sol chispeando donde duele, se frota la vista y empieza a caminar, cuando llega a la calle central, a la peatonal, mujeres con pocas ropas lo intimidan, en carteles encima de negocios de lencería femenina fina, y tanta contaminación auditiva, no entendía nada, ni esos que conversaban mientras seguían andando, ni esos que le cruzaban por el otro lado, pero tenía una teoría, que eso que él no entendía, todas esas charlas que pasaban en un instante, un segundo, se grababan en la psiquis, que todo eso que sólo era ruido molesto en la vigilia, luego sería tortura extraña o pasaje de un sueño, una voz en off diciendo algo incomprensible, bizarro, o que sucediera algo que le pasó en verdad a ese del que hablaban esos que iban el otro día caminando y te los cruzaste en la calle.

1 comentario:

colectivopapelero dijo...

Me gusta lo de que se graben esas conversaciones en la mente. Inquietante
colectivopapelero.blogspot.com