martes, 7 de septiembre de 2010

Póstumas palabras de un poeta anfibio




Poemas míos, escuchadme,
Sé que tal vez no pueda
Salvar los huesos de esta estocada
Por mucho tiempo,
Por eso sé, dura será su historia,
Su lugar, anidado de escépticos ignorantes,
Pero también, de poetas amantes,
Sé que alguno de ustedes
Tal vez no se salve,
O peor aún, tal vez no resalte,
No amargue, no embellezca,
No florezca,
No sea leído,
Ni recitado
y muera.
Tal vez la tinta
Mágica y desgarrada
Que generó la activa
Idea, la única,
La altiva,
La merodeadora,
No fluya,
Como saliva
o como sangre
entre los labios,
pero igual,
habrán valido la pena,
al pasar la frontera
en su gracia por plasmarse,
no fueron hoja en blanco
ni un tintero llorando
un ensueño sin semblante.
Tal vez esa muerte malograda
No sea la suerte vuestra,
Poemas míos, de musas, furias,
Cuervos, Dionisos,
Y el simple Febo
De tantos poetas de los tiempos
Que en las noches surcaron
El brumoso fuego
De sombras largas,
Penas, desgracias
Pero también
Placer y deseo.
Poemas míos, aclarad la garganta,
Gritad al vivo cielo,
Elevad los brazos,
Corred los cuerpos,
Surcad los rostros,
Desplegad los ojos
Y sangrad los versos
Como un poeta unánime
Como un guerrero expuesto,
Como un antihéroe, errante.
Poemas, contemplad tan sólo
La vida plena,
Doled en siempre vivas
Ganas de engendrar,
Reid en cada lluvia,
Errar o mala métrica,
En cada desaliento,
Destape o borrachera,
Sentid la piel serena
O los ojos entreabiertos,
Palpitantes,
Temblando de impaciencia,
Salpicando estrellas,
Soles, nubes,
Conociendo la compleja
Vanidad del labio joven,
Riendo nerviosa entre las carnes,
Casi huerto, casi catarata,
Casi frágil humedad
Que proclama
Maremoto,
Casi hilito de paz
Y casi todo,
Todo descomunal,
Violento y gozoso.

Poemas míos, llorad,
Al procurar un acierto,
Al especular un intento,
Cuando ya no estén
Dentro ni fuera,
Ni sobre,
Cuando ya ningún cráneo
Recuerde sus nombres,
Y yo, ya anónimo,
Ni responda,
Sólo ustedes gritarán
En el vacío del abandono,
Cuando ya ningún libro
Sea nuevo,
Cuando las llamas del polvo
Y el tiempo cubran con eterno
Candado de encierro
Al verso enjaulado
Como alma en cuerpo.
Sólo podrán
gemir y patalear
sobre miles de huesos,
y ningún paladar
dará chasquido,
ninguna palabra
pronunciada
en las ciudades camposanto
sin trompetas de roca,
ni Ángeles del juicio,
sin lúgubre velador
que se estremezca
en cada noche
que la guadaña rosa
sus pies fríos fuera
del apolillado manto
del pobre.

Poemas míos,
No lloren más,
Aún hay ráfaga
en el alba,
aún hay plegaria
al enfermo
y perdón
al sentenciado.
Riamos
de todo
y de nosotros,
así mantendremos
los huesos sanos,
la piel aún pulcra,
la mente antioxidante.

Hijos míos,
Salgan y vean,
Cuídense mucho,
No se depriman,
Nunca paren,
Nunca crean
En su superioridad
Ni en su bajeza,
Mantengan en sus cabezas
El saber previo,
Pero sin atormentarse
Ni limitarse
Al nivel del ejemplificar
Y dialogar
Con horas muertas.
Hijos míos,
Mis honestos y reprimidos,
Sinvergüenzas y concretos,
Necesarios e incorrectos,
Yo os quiero.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, tu estilo creo que pertence a la literatura vanguardista... particularmente este poema me gusta mucho!

gustavito show dijo...

gracias erica! si, puede ser, m gusta la poesia de Breton, Lorca y otros màs q pertenecieron a la vanguardia.saludos!

cabro dijo...

te fuiste al carajo.
termine leyendo gritando solo estas palbras tuyas.
estaba solo y exaltdo, y digo que termine gritando! entendes?
gimiendo casi.