jueves, 30 de septiembre de 2010

El determinante:





No sabia que hacer. No podía decidirse nunca. Sus pensamientos, su sensibilidad lo traicionaba todo el tiempo. Lo duda era su emblema. No podía decidir hacer o no hacer tal cosa.
Tenía ganas de ir al baño ¿ Tenía ganas de ir al baño? Quería escuchar música ¿Éste o ese disco? ¿Cuál de todos esos, heredados? ¿Quería escuchar música? Quería comer algo, ¿ Quería comer algo? Y así, todo el rato.
Quieto se quedaba, en medio de todo, de todas esas posibilidades, alternativas, puntos de vista, ¿Cuál era el suyo? ¿Su alternativa cual era? Estaba solo, quieto se quedaba en medio de todo.
No podía decidir, dubitativo era el mundo, la vida, pues él no había decidido nacer ni existir, y no podía siquiera decidir morir, optar por esa.
Pero entre todo eso, bipolarmente pensando, con signo interrogante en la mente limitando todo ejercicio, todo paso, todo movimiento activo en el concreto mundo de afuera de la cabeza, bivalente todo aquello, todo adentro, inconstante, efímero, imposible.
Pero hubo un instante, fantástico, estupendo, esperado, milagro, instante de iluminación, lucidez, sorpresa, caída de fichas, conciencia, instante de reflexión como un soplo divino de Dios, que inspiró su alma y le dio vida original, libre albedrío, dejando el bien_mal, esa dialéctica diabólica para su mente ya enfermante, separadora, pues al pensar que al estar allí parado, quieto, inerte, también estaba en una postura, haciendo algo, decidiendo, no dudando, era, hacía, esperaba.
Entonces vio, sintió, deseó, quiso, pudo, hizo, decidió, obró, dejó la duda al pensamiento de que todo es absurdo, todo esto, pero debo moverlo, hacerlo y mostrar hasta cuando, cuanto más tiempo sin tiempo puedo aguantar, puede mi cuerpo, puede llegar, hasta que límite es absurda la cosa.
Y luego él se sentó, decidió comer, puso un disco de Bach heredado, quiso escucharlo, y luego de un rato, le vinieron ganas, tuvo, no podía evitarlo, tenía, más no quería, pérdida de tiempo en necesidades básicas, que ir al baño a vaciar las tripas.

2 comentarios:

Marcos A. Rodriguez Alemany dijo...

Muy bueno Gusti! Ya lo había leído alguna vez y volví a disfrutarlo. Esa catártica exposición de adentros, esa introspección a mil por hora, ese deovillar de ansiedades frente al deseo, esa búsqueda de uno mismo, esa desición por un camino y al final la descompresión. Buenísimo!

Otro Cuento dijo...

Me senti como en una catarata de sensaciones , no no mejor un subibaja... elecciones... dificil temita..